03. August 2021
Lo que el Perú quiere / Was sich die Peruaner wünschen
Wir veröffentlichen einen Artikel vom Jaime Dupuy, die die letzten Umfragen der Forschungsinstitute Instituto de Estudios Peruanos IEP und Datum bezüglich der Wahl von Pedro Castillo zum Präsidenten für die Periode 2021-2026 und die an ihm von der peruanischen Bevölkerung gestellten Erwartungen analysiert. Wir bedanken uns beim Autor für seine freundliche Genehmigung zur Veröffentlichung des Beitrags.
Pedro Castillo juramenta como presidente de Perú
El elemento primordial de la campaña electoral del ahora presidente Pedro Castillo fue poner en primer plano la voluntad del pueblo, comprometiéndose a que su mandato obedezca a sus directas aspiraciones y necesidades.
Viéndolo de esa manera, es claro que nadie podría estar en contra. Justamente, lo que se busca de nuestras autoridades es que gobiernen en favor de la ciudadanía. No hacerlo, como lamentablemente ha sido la característica de nuestros últimos gobiernos, genera administraciones que privilegian intereses particulares por sobre los generales, ocasionando que las necesidades de la mayoría de la población no sean satisfechas, lo que ha venido ocasionando un caldo de cultivo que permite discursos que polarizan en momentos electorales, en especial, en estas últimas elecciones.
Por ello, ya producida la proclamación oficial del nuevo presidente y tomando en cuenta la importancia de gobernar para la ciudadanía, motivo central del presidente Castillo, se hace necesario conocer qué es exactamente lo que piensa y quiere la ciudadanía. Y para ello no bastan las percepciones ni creencias personales, sino basarnos en evidencia e información de primera mano que lo sustente.
Percepción de líderes políticos por la ciudadanía
Así, en estos últimos días se han difundido algunas encuestas, tanto de Datum como del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), que tienen las características de ser a nivel nacional y abarcar todos los niveles socio económicos, tanto en el sector urbano como en el rural. Estas encuestas sirven como fuente de primera mano para conocer dónde se encuentra mayoritariamente la ciudadanía en cuanto a apoyo a figuras y movimientos políticos, líneas de gobierno y medidas económicas. A continuación, desarrollamos un breve análisis de estos resultados:
En primera instancia, resulta clara la imagen mayoritariamente positiva que tiene el presidente Castillo, que, si bien no refleja la mayoría de la ciudadanía, es sin duda mucho más elevada que la de las otras figuras consideradas: su contendora política, Keiko Fujimori; el presidente de Perú Libre, partido político que acogió su candidatura presidencial, Vladimir Cerrón; y su vicepresidenta y también parte del partido Perú Libre, Dina Boluarte.
Esto no hace más que confirmar el resultado electoral, pero también da un elemento importante al sentido de la votación, ya que quien le sigue al presidente Castillo en porcentaje de favoritismo es Fujimori, que tendría una imagen más positiva que las de Cerrón y Boluarte. Es más, entre los 4, es Cerrón quien tiene la imagen más negativa por parte de la ciudadanía, incluso mayor a la de Fujimori.
Y no solo imagen negativa, sino que muchos (85%) estarían en desacuerdo con que Cerrón participe directamente en el gobierno del presidente Castillo, lo que se podría deber a su sentencia por corrupción, a sus malos resultados de gestión al frente del Gobierno Regional de Junín, y/o a sus posturas ideológicas plasmadas en el ideario de su partido político.
Lo anterior nos permite llegar a una conclusión muy importante, que en realidad ratifica la percepción que se tenía durante las elecciones: la elección del presidente Castillo no implica el voto a favor del partido Perú Libre ni de su presidente Cerrón. Sin duda, tal como están estructuradas las reglas electorales, la elección presidencial generó el arrastre por el que el partido Perú Libre se convirtió en la bancada más numerosa de este nuevo Congreso, pero ello no significa que los mismos electores del presidente Castillo avalen los idearios y planteamientos electorales de Cerrón y su partido.
Y esta conclusión se deriva claramente de las inclinaciones políticas de la ciudadanía, que mayoritariamente se orientan más a propuestas de derecha y de centro (en ese orden), ubicándose el partido Perú Libre y sus dirigentes en la extrema izquierda.
Pero entonces, ¿cómo resulta ganador el presidente Castillo si, a pesar de no ser parte del partido Perú Libre, también ha demostrado su afinidad con las políticas de izquierda? Me atrevería a ensayar tres respuestas:
Los resultados de la primera y la segunda vuelta
Primero, la dispersión de las propuestas electorales de la primera vuelta electoral. Si recordamos los resultados de la primera vuelta, las propuestas más relacionadas con la derecha y el centro, sumadas, fueron superiores a las de la izquierda. Recordemos que el presidente Castillo pasó la primera vuelta con solo un 19%. Si le sumamos la votación obtenida por el partido Juntos por el Perú, el otro partido de izquierda en contienda, encontramos la coincidencia con los porcentajes de identificación ideológica que vemos en el cuadro de más arriba.
Segundo, la alternativa de derecha en la segunda vuelta electoral, encarnada en Fujimori, tenía un nivel de desaprobación muy alto (veamos su alto grado de negatividad en el primer gráfico), debido a la muy pesada carga por los elementos de corrupción y autoritarismo vinculados con el pasado político. Según lo comentado por muchos analistas, sería la peor propuesta de derecha para enfrentar a la izquierda en una segunda vuelta.
Y lo anterior fue corroborado en la elección. Ese poco más del 50% obtenido por el presidente Castillo en realidad fue la suma de los votantes identificados con la izquierda (que, como hemos visto más arriba, representarían aproximadamente la mitad), más muchos que, a pesar de identificarse más con propuestas de centro y de derecha, consideraron que su resistencia a la propuesta de Fujimori era mayor.
Esa es la razón por la que no fue raro escuchar en forma generalizada que muchos quienes votaron por Fujimori no lo hicieron por ella ni por su partido, sino por apoyar un gobierno más orientado a la derecha; mientras que muchos de los que finalmente votaron por el presidente Castillo, no lo hicieron por él, por el partido Perú Libre o por su ideario, sino que fue un voto en contra de Fujimori y orientado a la necesidad de algún tipo de cambio, lo que nos lleva a nuestra tercera hipótesis.
Tercero, la poca representatividad de los grupos de derecha en el país. Esto integraría mucho de los hallazgos comentados anteriormente. Si bien existiría una inclinación mayoritaria de la ciudadanía por opciones políticas de centro y de derecha, los grupos políticos representativos de estas orientaciones no han seguido sus idearios y han generado mucha decepción entre sus electores, mostrándose como agrupaciones políticas improvisadas, mercantilistas, con débil práctica partidaria y defensora de intereses particulares. Muchos considerarían que, actualmente, no existen reales partidos políticos en el país; y, menos aún, verdaderamente de derecha.
En conclusión, y por más contradictorio y poco racional que parezca, la explicación más cercana a los resultados electorales sería la siguiente: a pesar de su clara inclinación por propuestas de izquierda, la mayoría (por muy poco margen) de la ciudadanía finalmente designó a Castillo como presidente pensando en que finalmente se podría moderar y ubicarse lo más cercano al centro, y sin apoyar el acompañamiento político de Perú Libre y de Cerrón.
Principales temas en las elecciones
Y el efecto práctico de lo anterior lo podemos ver con respecto a dos de los principales temas que formaron parte de la contienda electoral: el cambio de la Constitución y del modelo económico.
Así pues, en oposición a la narrativa de los miembros de Perú Libre y partidos políticos aliados, resulta claro que, para la mayoría de la ciudadanía, el foco de atención y las prioridades del gobierno del presidente Castillo debieran centrarse en la reactivación económica, mejora de la salud y educación, así como en la lucha contra la corrupción y la delincuencia; con una abrumadora mayoría a favor de un programa económico de libre mercado.
Bajo esta perspectiva, la idea de convocar a una Asamblea Constituyente para iniciar el proceso de aprobación de una nueva Constitución no solo tendría poco respaldo en la ciudadanía en general, sino incluso entre muchas de las personalidades ligadas a la izquierda, como Pedro Francke.
Cambio de la Constitución
En todo caso, lo que sí existe en forma generalizada es una sensación de poder hacer un análisis de nuestro marco constitucional para determinar los ajustes puntuales que pudieran hacerse, y que al final los principios de centro y de derecha mayoritariamente aceptados puedan plasmarse en la gestión pública del día a día, en beneficio de toda la ciudadanía.
Modelo económico de libre mercado
Así como particularmente con lo relacionado al comercio exterior y al rol del Estado en la actividad económica.
Dado lo anterior, el mensaje de la ciudadanía (“el pueblo” del presidente Castillo) es clarísimo y dependerá del propio presidente ser consecuente con su llamado a escucharlo y respetarlo. No por nada, la mitad de la ciudadanía (que coincide con el voto de la segunda vuelta que lo llevó a la presidencia) tiene un sentimiento de esperanza y confianza en su gobierno por iniciar.
Perspectivas futuras
El presidente Castillo tiene la obigación de responder a esa confianza en su primer mensaje presidencial al país. Un mensaje en el que ponga a la ciudadanía por delante de todo interés político individual y/o partidario, con un claro compromiso de respetar la Constitución y el modelo económico vigente, y ponerlos al servicio de la ciudadanía desde el primer día para mejorar la salud y la educación, reactivar la economía y luchar contra la corrupción e inseguridad ciudadana, en beneficio de TODA la ciudadanía.
Es más, en línea con el mensaje dado por la nueva presidenta del Congreso, Maria del Carmen Alva, de que las comisiones congresales sesionen en forma descentralizada, sería positivo que el presidente Castillo pudiera en su mensaje comprometer al Congreso a que desde el primer día conforme un grupo de trabajo multipartidario destinado a iniciar un diálogo a nivel nacional que permita levantar información sobre las modificaciones puntuales que se necesitarían realizar a la Constitución vigente, para posteriormente generar una propuesta integral que pueda ser objeto de debate en su seno, dentro de los cauces democráticos.
Y, en forma paralela, que el mismo presidente pueda iniciar un trabajo de fortalecimiento del Acuerdo Nacional, como espacio constante de reflexión, diálogo y construcción de políticas de Estado, bajo los principios de transparencia, participación, rendición de cuentas y evaluación de cumplimiento, con miras a contar con una agenda común de desarrollo país con permanencia en el tiempo. ¡Qué mejor visión para nuestro Bicentenario!